A pesar de la extremada antiguedad de la Orden (precisamente la más antigua del mundo) , su misión y visión se han ido adaptando al momento actual. No se trata de llevar a cabo pomposas ceremonias, aunque se reconoce el valor simbólico de los actos de investidura e institucionales. No se trata de alimentar vanidades o egos de sus miembros . Se trata de ejercer una positiva influencia en un tejido social necesitado de "oxígeno espiritual".

Vivimos en un mundo que, como hasta ahora, jamás había contemplado un florecimiento mayor de tratados, declaraciones y resoluciones acerca de los derechos humanos y su aplicación universal; en un mundo en el cual se habla con frecuencia de la cultura de paz... en un mundo en el que se habla, pero raramente se actúa en estos ámbitos.

Vivimos en un mundo en crisis de valores, y es esta crisis la que origina las demás. Sin la interiorización, en la vida de cada cual, de actitudes vivas como :

todos los esfuerzos que hagamos para paliar cualquier otro tipo de crisis, será en vano.

Y es, precisamente, esta tarea de incorporar los valores universales, que en un tiempo lejano caracterizaron a los caballeros, la que la Orden tiene como meta y principal razón de ser en la actualidad.